Un equipo de astrónomos japoneses ha descubierto la última explosión estelar que se ha producido en la cercana galaxia M 65, en la constelación de Leo, situada a 35 millones de años luz –una unidad de esta medida equivale a 9,6 billones de kilómetros-. Se trata de la supernova SN 2013am –que cuenta con una masa 10 veces superior al Sol-, un fenómeno considerado por la ciencia como una de las mayores catástrofes que tienen lugar en el Universo, junto a los agujeros negros.
Las supernovas tienen lugar en el final de la vida de las estrellas gigantes, cuando explotan repentinamente. En concreto, la explosión estelar de SN 2013am –considerada de tipo II por los motivos de su muerte- vino causada porque el astro agotó sus reservas de hidrógeno, helio y otros elementos pesados, así que ya no podía liberar más energía. Ante la falta de energía que contrarresta la segunda fuerza que mantiene estable a la estrella, la gravedad hundió el astro sobre sí mismo, ejerciendo tal presión que derivó en una gran explosión.
Los científicos advierten de que este fenómeno es completamente normal y no supone un final, sino el principio de nuevas generaciones de estrellas. La explosión provoca que el gas y el polvo restante formen nuevos planetas. A pesar de ello, lo más probable es que el destino de la supernova 2013am sea otro: se acabará convirtiendo en un agujero negro, del que ni la luz –cuya velocidad es de 300.000 kilómetros por segundo- puede escapar.
El final del Sol
Nuestra estrella ni se apagará de repente y enfriará todo el Sistema Solar ni explotará como una supernova, al no contar con una masa suficientemente grande. El destino del Sol es bien distinto y más catastrófico, al menos para nosotros. Los astrónomos estiman que, dentro de 5.000 millones de año, nuestra estrella agotará sus reservas de hidrógeno y se hinchará, pasando a ser una estrella gigante roja.
Su tamaño aumentará tanto que alcanzará las órbitas de los planetas telúricos –de formación rocosa-, es decir, Mercurio, Venus, la Tierra y Marte quedarán atrapados dentro del Sol, del que sólo quedará el núcleo al descubierto –del tamaño de nuestro planeta- y se irá enfriando con el paso de los millones de años, convirtiéndose en una enana blanca, hasta desaparecer. De ahí que sea crucial la búsqueda de los astrónomos de encontrar un planeta similar a la Tierra en otra parte del Universo.
Adrián Mesa Gómez
Buff… Que final más… Esperemos que encuentren un planeta de características similares a la Tierra antes de que todo suceda.
No te preocupes, Anna, que justo mil millones de años antes de que el Sol nos coma, la Vía Láctea chocará con Andrómeda, la galaxia vecina, aunque los científicos dicen que no nos pasará nada porque el Sistema Solar saldrá despedido con el choque y de momento no sabé en qué parte del Universo nos colacará. Será por catástrofes.
Peor me lo pones… Las futuras generaciones nos odiarán y seguro que caemos en un agujero negro y adiós a todo.
Aunque me asalta la curiosidad de si en realidad acabar en un agujero negro es el final o el principio de una nueva existencia =).